Wilbur y Orville Wright son recordados por ser los pioneros de la aviación que lograron realizar el primer vuelo en un aeroplano de la historia el 17 de diciembre de 1903, hoy sin embargo te invito a conocer la historia de el primer vuelo a motor de España.
Los Hermanos Wright, dieron comienzo a una era en donde la aeronáutica evolucionaría a pasos agigantados en Europa. Franceses e ingleses se unieron rápidamente a la carrera por lograr ser los primeros en hacer algo nuevo dentro de ese nuevo mundo que era la aeronáutica.
El primer vuelo de ciudad a ciudad, récords de distancia de más de 100 y 200 km, el primer muerto en un accidente aéreo, la primera mujer en volar, la primera mujer en conseguir licencia de piloto, el primer piloto en volar sobre los Andes. Todos los años había alguna noticia relevante en la conquista humana del cielo.
España podría haber ocupado en muchos de los avances de principios del siglo pasado, un lugar destacado, sin embargo no lo hizo, y los pioneros que lograron grandes hazañas, tanto a nivel nacional como internacional, tuvieron serias dificultades para ganarse la vida con sus inventos y acabaron siendo olvidados por el mundo y peor aún, por el país que les vio nacer.
El primer vuelo español, tiene una historia muy curiosa detrás y para conocerla, debemos viajar al año 1888.
El protagonista
Ese año nació en Cullera Juan Olivert Serra, lo hizo en una familia acomodada y que poseía tierras en la localidad. Juan siempre mostró interés en el mundo de la aviación, algo que hizo que comenzaran a llamarle “El Volaoret”.
Con el paso de los años creció y se marchó a Barcelona a estudiar ingeniería industrial en la Escuela Elemental de Artes e Industrias. En aquella institución tuvo como profesor al catalán Gaspar Brunet y Viadera.
Brunet llevaba ya muchos años interesado por el mundo de la aviación, fue uno de los primeros socios de ALA, la Asociación de Locomoción Aérea y desarrolló diferentes modelos de aeroplanos.
Brunet y Olivert, comenzaron a tener una amistad cercana, más allá de la típica relación de alumno y profesor y Juan llegó a ostentar el el cargo de Vicepresidente de la Sección de Aviación del Círculo de Bellas Artes de Valencia.
La Lotería
En aquel momento, Olivert trabajaba en la fábrica de lejía Manuel Jové Quiñones y Ramón Blanc y Bonet. El 17 de noviembre de 1905, Agustín Vives, un trabajador de la fábrica, se dirigió a la administración de Loterías de la Rambla de las Flores de Barcelona y compró 7 décimos para la lotería de navidad con el número 32.865.
Agustín fue elegido por sorteo entre sus compañeros para ser el encargado de ir a comprar los décimos con el dinero recaudado entre todos los trabajadores. El propio Vives, tuvo la corazonada de que si iba él a comprar los décimos tendría buena suerte.
Se hizo un segundo sorteo para determinar a qué administración debía ir a comprar los décimos, la administración ganadora no tenía existencias del número elegido, por lo que Vives decidió ir a la administración de la Rambla de las Flores, por la que sentía una especial predilección.
Juan, fue uno de los trabajadores de la fábrica que puso dinero para comprar décimos de la lotería y cuando llegó el día del sorteo 7 millones de pesetas, el gordo, recayó sobre el número 32.865, tal y como podemos ver en el diario La Vanguardia del 24 de diciembre.
Unos años más tarde, en 1908, Juan decidió invertir parte del dinero ganado en la lotería, en financiar la construcción de uno de los diseños de aeroplano,
La Exposición Regional Valenciana
El objetivo de Juan, era construir el aeroplano y dejarlo listo para la Exposición Regional Valenciana, que se celebró entre el 22 de mayo y el 31 de julio de 1909.
La construcción del aeroplano comenzó, en los talleres de los señores Rosell y Vilalta, a excepción de las ruedas, las horquillas metálicas y el manillar de dirección que fueron construidos en los talleres de Francisco Truco. Aunque no se consiguió terminar antes de la exposición. El 21 de mayo el aeroplano llegó a la Exposición Regional Valenciana incompleto.
El 22 fue visitado por el rey Alfonso XIII y según algunas fuentes, la intercesión del monarca, habría hecho que el Ayuntamiento de Valencia, otorgase una subvención de 20.000 pesetas, para la compra de un motor Anzani de 25CV y una hélice Chauviere de 2,25 m.
Sin embargo, no he sido capaz de encontrar noticia alguna en la prensa al respecto.
Por lo que, en base a lo que he encontrado en la prensa de la época, todo parece indicar que el avión estaba incompleto, pero no por falta de presupuesto, ya que en el diario Las Provincias del 22 de mayo de 1909, nos indican que “El motor que ha de impulsarle llegará pronto de los Estados Unidos, e inmediatamente comenzarán los ensayos de aviación.”
Esto contradice lo que pone en muchos artículos sobre el tema que indican que gracias a la subvención pudo comprar el motor.
Lo que sí que está claro, es que Olivert fue felicitado por su trabajo en aquella exposición, en la que también tendría que haber estado otro aeroplano construido por un valenciano. Por desgracia, debido a unos pequeños accidentes, el aeroplano de Enrique Sanchís Tarazona no pudo estar presente en la exposición.
El primer avión español
El aeroplano Olivert-Brunet, fue el primero que se construyó en España. Era un biplano de 40 metros cuadrados con una envergadura de 10 metros y construido con madera de haya y fresno. Pesaba 400 kilogramos con el piloto encima.
La dirección consistía en un manillar, que moviéndose de delante a atrás accionaba el timón de profundidad y con un movimiento giratorio activaba la dirección y estabilidad transversal de manera combinada.
El tren de aterrizaje estaba formado por tres ruedas de bicicleta en triciclo.
La hélice era del sistema Chauviere, medía 2,25 metros y generaba 1.000 revoluciones por minuto. También llevaba un pedal levanta-válvulas que permitía asegurar la parada del motor.
En la construcción también participaron el mecánico y chofer Eduardo Borjas y el cabo Martínez del 8º regimiento de artillería.
El vuelo
Una vez estuvo terminado el aeroplano llegó el momento de comenzar con las pruebas de vuelo y eso ocurrió el domingo 5 de septiembre de 1909 en Paterna, más concretamente en el mismo lugar donde hoy se encuentra el Acuartelamiento Daoiz Y Velarde.
Curiosamente las pruebas iban a ser privadas, siendo invitados a ellas el alcalde de Valencia, algunos concejales y miembros de la Revista de Locomoción Aérea, sin embargo un periodista se enteró, lo anunció en su periódico y el lugar se llenó de curiosos que llegaron allí para presenciar el histórico acontecimiento.
En la explanada se reunieron entre tres mil y cuatro mil personas, algo que hizo que no se pudieran hacer todas las pruebas que tenían planeadas hacer.
La primera prueba que realizó fue a las 5 de la tarde y para comprobar que el motor funcionaba correctamente, se desplazó 100 metros sin levantar el vuelo, tras esto se colocó nuevamente y comenzó a revolucionar el motor mientras unos operarios aguantaban el avión.
Cuando el indicador marcó 750 revoluciones, Olivert dio la señal para que los operarios soltaran el aparato, la cola se levantó rápidamente y el avión comenzó a rodar.
Después de desplazarse 30 metros, se levantó del suelo, aunque no alcanzó gran altura levantándose apenas unos centímetros del suelo y voló durante otros 50 metros, sin embargo el vuelo no duró mucho puesto que debido a la gran cantidad de gente que se encontraba en la explanada y para evitar un accidente tuvo que terminar bruscamente el vuelo y aterrizar.
El avión rodó por la explanada hasta que la rueda derecha se metió en un agujero, lo que hizo que el avión tuviera un pequeño accidente. Pese a esto, las pruebas fueron exitosas, el primer vuelo a motor de la historia de España acababa de producirse ante la mirada de cientos de personas.
Tras las pruebas
Tras reparar la rueda dañada, la intención fue realizar nuevas pruebas de vuelo en Nazaret, sin embargo aquellas pruebas jamás se llegaron a realizar.
Juan jamás volvió a volar un avión, las malas lenguas aseguran que por que le entró miedo al volar aquel primer día, la realidad probablemente se deba a las deudas económicas que generó aquella hazaña.
Algunos años después Olivert trabajó con la Catalana Agrícola Algodonera, como delegado en Andalucía y murió sin descendencia a los 61 años en 1949.
Olivert jamás había visto volar un avión y su nombre permanece casi en el anonimato hoy en día pese a la hazaña realizada. Podemos encontrar recreaciones de su avión en su ciudad natal, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe y en el museo del aire de Madrid.