En la parte 1 descubrimos la historia de Valentín Silvestre Fombuena, el valenciano que construyó el primer “coche” de la historia de España, hoy conoceremos a Emilio de la Cuadra y Albiol otro pionero valenciano de la automoción española, en este caso al responsable, entre otras cosas, de la primera marca de automóviles española.
Los coches eléctricos están más de moda que nunca, la aparición de Tesla en el mercado ha generado toda una oleada de coches eléctricos e híbridos que sin duda van a ser el futuro de la automoción, sin embargo muchos años antes de la aparición de Tesla ya hubo un valenciano que inventó un coche eléctrico.
He de decir antes de empezar, que la redacción de este artículo me ha costado más de lo que pensaba que me iba a costar. Los periodistas y aficionados que han tratado este tema con anterioridad no han escrito artículos especialmente diferentes los unos de los otros.
De hecho me ha dado la sensación de que eran un copia y pega del anterior y lo que realmente me ha frustrado es que, como es habitual, no mencionan fuente alguna y a la hora de buscar yo las fuentes, me he encontrado con muy pocas menciones a nuestro protagonista.
Dicho esto, creo que es el momento de empezar con este artículo, que no va a ser como a mi me gustaría pero que servirá para que conozcáis la historia de un ilustre pionero valenciano.
El protagonista
El 13 de mayo de 1859 nacía en Sueca, Emilio de la Cuadra y Albiol, el protagonista de esta historia. Militar de profesión, el 1 de septiembre de 1877 ingresó en la Academia de Artillería de Segovia de la que salió como teniente el 23 de julio de 1881.
A los conocimientos que adquirió durante su formación militar, se unió la curiosidad que el mundo de la automoción despertó en su figura. En 1889 viajó a París, donde se celebraba la Exposición Universal y donde dos marcas presentaron sus automóviles con motores de combustión interna.
Por un lado teníamos a Armand Peugeot que presentó el primer automóvil Peugeot, el Tipo 1 y por otro lado los alemanes Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach, que presentaron el primer vehículo de uso diario.
Otra de las figuras presentes en la exposición fue la del estadounidense Thomas Edison, el cual no pasó desapercibido para el valenciano, que comenzó a interesarse por la nueva ciencia de la electricidad.
Su interés por esta nueva ciencia le llevó, estando destinado en Lleida, a solicitar el 16 de junio de 1893 el cambio a situación de reemplazo. En la ciudad catalana se dedicó a la construcción de la primera central eléctrica de España, la cual fue capaz de iluminar la ciudad sin problemas.
El inventor del coche eléctrico
En 1898 vendió la central y se marchó a Barcelona y el 20 de julio de 1898 consiguió que le concedieran la excedencia. Fue precisamente en este año cuando comenzó su andadura por el mundo de los coches eléctricos.
Ese año funda en Barcelona, más concretamente en los números 54 y 56 del Paseo de San Juan y los números 438, 460 y 462 de la calle de la Diputación, la Compañía General Española de Coches Automóviles Emilio de la Cuadra, la primera empresa dedicada a la fabricación de vehículos en España.
En aquellos edificios Emilio contó con oficinas, un gran depósito de carruajes; un parking donde los particulares podían aparcar y limpiar sus carruajes, unos talleres, laboratorios y salas para el ensayo de materiales
En La Cuadra, Emilio tuvo como colaboradores a Carlos Vellino o Marc Birkigt, que años más tarde cofundaría la empresa Hispano-Suiza y por si fuera poco, consiguió ser el vendedor de los coches de Benz & Cie., aunque como veremos más adelante, no fue beneficioso.
Con su compañía, Emilio se dedicó a la construcción de coches eléctricos empujado por el interés que esta ciencia le generaba y según algunas fuentes, aunque esto es algo que no he podido confirmar, obligado por la exclusividad que el catalán Francesc Bonet Dalmau había obtenido respecto a los motores de explosión.
Sea como sea, Emilio comenzó a trabajar en su idea, al igual que en la actualidad, los coches eléctricos tenían numerosas ventajas frente a los de combustión.
Los coches eléctricos eran limpios, silenciosos, no tenían vibraciones y eran fáciles de arrancar y controlar. Por otro lado los mayores inconvenientes, los cuales en la actualidad todavía persisten aunque en menor medida eran su autonomía y el elevado coste inicial.
Los coches de La Cuadra
Antes de 1900, La Cuadra ya había comenzado a fabricar algunos de sus coches eléctricos, de hecho Carlos Vellino, participó el 10 de diciembre de 1899 en una carrera organizada por la Sociedad Los Deportes, en Barcelona, quedando en segunda posición con un coche de La Cuadra tipo victoria.
Sin embargo Emilio se topó con el problema de la autonomía, sus vehículos no podían recorrer mucho más de 5 kilómetros hasta que se les acabase la batería, por lo que tuvieron que trabajar en una solución.
La primera opción, idea de Carlos Vellino, era la de construir un tipo de acumuladores especiales de poco peso, a fin de no cargar innecesariamente a los vehículos con el gran peso que suponían las baterías convencionales.
Sin embargo el acumulador de Vellino no funcionaba, fue en ese momento cuando Vellino recomienda a Emilio que contrate a Marc Birkigt, la entrada del suizo no consigue que la idea de Vellino funcione.
En agosto de 1900 llamaron a la prensa para una demostración, sin embargo el vehículo se paró tras recorrer unos pocos metros. Tras este fracaso, La Cuadra abandonó los motores eléctricos y comenzó a trabajar en motores de combustión. Algo curioso ya que teóricamente solo una persona podía construir estos motores.
Birkigt diseñó dos motores, de dos cilindros y de 4,5 CV y 7 CV respectivamente; parece ser que la idea era fabricar una serie de 6 vehículos.
Entro aquí de nuevo en conflicto con las fuentes, pues en la edición del Diarí de Catalunya del 18 de agosto de 1900, encuentro una noticia en la que nos cuentan un viaje realizado por Emilio junto a algunos periodistas a bordo de uno de sus coches.
Este viaje se realizó el 3 de agosto y se recorrió más de 200 kilómetros, desde Barcelona hasta Gerri de la Sal. Pero si según las fuentes, fue en agosto cuando se realizó la prueba fallida que propició que abandonaran los proyectos eléctricos ¿Cómo es esto posible?
¿Era ese coche eléctrico? ¿Ya tenía coches de combustión antes de agosto de 1900? Son preguntas que me surgen debido a que las “investigaciones” actuales son todas iguales, ¿Copia y pega?
Fuera como fuera, en el Automovilismo Ilustrado se hicieron eco de las pruebas exitosas de los motores a combustión y dejaron la siguiente mención, la cual copio de otro artículo al no haber sido capaz de encontrar los números de esa revista de 1900 y 1901.
«Es motivo de legítimo orgullo para sus constructores el carruaje con motor de benzina de la casa E. de la Cuadra que hemos ensayado y que han probado muchos aficionados de Barcelona y que tanto ha causado la admiración. (…) Muchos han sido los testigos de que con un pequeño motor de cuatro caballos y medio se ha hecho lo que no han podido hacer otros carruajes de seis caballos, tanto en paso por malos caminos como en subida de pendientes, sin haber tenido ni la más ligera parada, ni el más pequeño incidente en el recorrido de 1.108 kilómetros que lleva efectuados».
Todo hace indicar que a principios del siglo pasado, La Cuadra había logrado construir varios coches de manera exitosa, aunque no movidos por electricidad, sin embargo su camino no duró mucho.
Final de La Cuadra y últimos años de Emilio
El final de la primera empresa de coches de España llegó en 1901, el poco éxito de ventas de sus coches y de los de Benz, hizo que la compañía entrase en una crisis económica que la llevó a la bancarrota.
En 1902, José María Castro Fernández fundó la sociedad J. Castro y Cía.; adquiriendo las instalaciones, maquinaria, utillaje y personal de La Cuadra, y terminando los vehículos que este había dejado a medio fabricar.
Emilio solicitó el reingreso en el ejército y una vez dentro continuó con la electricidad, presentando un proyecto para el alumbrado de Ceuta, ciudad donde había sido destinado.
El 14 de mayo de 1921 pasó a la reserva y regresó a Valencia, donde vivió hasta que el 1 de febrero de 1930 falleció. Unos años antes, el 16 de mayo de 1923 había recibido su último ascenso, en este caso a general de brigada honorario en situación de reserva.
En la actualidad solo se conserva un coche de La Cuadra, un 4 CV y medio con una cilindrada de 1.100 c.c. y dos cilindros, con válvula automática de admisión que fue matriculado en 1900 en Soria y que perteneció a Javier Olozábal Ramey.